Conca de Barberà: monasterios, bodegas modernistas y trepat


Conca de Barberà: monasterias, bodegas modernistas y trepat

La dependencia de siglos pasados con el aguardiente continúa hoy en cierta medida con el cava para muchos de los casi 650 viticultores de la zona. El 80% de la uva de la Conca, gestionada en parte por alguna de las tres cooperativas que operan en la comarca, se destina a este espumoso. Con el Muchos productores crean su propia identidad centrada principalmente en la trepat, una uva local que produce vinos tintos frescos y especiados, con taninos suaves y grado alcohólico moderado.


Apuesta por lo local

Tradicionalmente la trepat, una variedad de brotación temprana y maduración tardía, se destinaba a vinos y cavas rosados. La mayor parte del trepat está plantado en tapàs, suelos arcillosos poco fértiles entre 300 y 800 metros de altitud.
Hasta que se plantó viña en la Cerdanya, las cepas de la Conca eran las más altas de Cataluña. En la bodega modernista, construida en 1914, se producen dos millones de botellas de cava, la mitad de rosado amparado bajo la DO Cava.

En la bodega familiar junto al río Anguera en Pira, Carles Andreu, fue pionero en elaborar un monovarietal tinto de trepat en la Conca en 2004 al que hoy en día se han sumado otros dos tintos más y dos cavas rosados. 

Ubicado en un edificio construido en 1903 que albergó la primera cooperativa agraria de España, el objetivo del Viver es ayudar a pequeños nuevos productores alquilándoles las instalaciones y el equipo necesario a precios bajos para que comiencen a hacer sus primeros vinos. 


Enoturismo 

El impulso a la variedad ha llevado a crear la Ruta del Trepat, con una quincena de bodegas, varias fiestas, un mercado medieval en abril y cinco museos empeñados en dar a conocer su historia y los vinos que con ellas se elaboran.

En la ruta del Cister, que engloba seis denominaciones de origen catalanas, el pasado cooperativista ha dejado su huella en más de una docena de bodegas modernistas construidas a principios del siglo XIX. Son las llamadas catedrales del vino, como la cooperativa de Sarral y la de L’Espluga de Francolí, que hoy en día alberga el Museo del Vino de la Conca de Barberà.

La carretera que une Pira y Barberá de la Conca, donde hay un imponente castillo templario, transcurre entre viñedos y naturaleza con la sierra del Tossal Gros de Miramar al fondo. A unos 10 minutos en coche, la villa amurallada de Montblanc, fundada en 1163, está llena de historia y espacios como la torre restaurada de Vins de Pedra, donde se pueden catar los vinos que elabora Marta Pedra en su terraza en la muralla con vistas al pueblo y las montañas.


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